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jueves, 22 de diciembre de 2011

La malvada sonrisa.

El abrigo Rosa, el pequeño en su funda en mi mano, las llaves en el bolso, me dirigía a por el coche y a mi pueblo, el móvil en la oreja, y la gran catedral, mirándote y yo sin saberlo, sin intuirlo siquiera. Mi equipaje era el desasosiego, la necesidad de sonreír, y dejar atrás tantas situaciones que no merecía. Había estado de comida con mis compañeros, y milagrosamente te colabas en mis pensamientos, recordando tu último reproche.

A veces nuestros pensamientos no nos llevan al mejor lugar, perdemos la perspectiva, y sin saberlo nos hacemos culpables de la "nada", pero nos hacemos responsables de los instantes que no vivimos.
La Catedral te miraba, como se reiría con nosotros, ¿cuántas escenas habrá presenciado?, callada pero sonriente, ante los amores y desamores, ante las lealtades y deslealtades...
 
Ella lo sabía, pero no me avisó, no podía, enmudecía ante tu torpeza, yo lo supe, el puñal llegó tan hondo, con tu reproche todavía en mis oídos, y la falsedad en tu cara, aunque jamás saldría de mi boca, ni de mis ojos, jamás te lo reprocharía, pero desde ese instante hasta bien entrada la madrugada las lágrimas cubrieron mi cara, era un increíble e irreconocible manantial....Al día siguiente supe, que ya no te lloraría más.
Pero es tan extraña doña Vida, que sólo ella cambia por mi socarrona sonrisa, esas lágrimas. La nueva escena no tuvo desperdicio, aunque tampoco sabrás que reí el triple de horas que lloré, y que mis ojos vivos reviven lo que ahora es tu dolor....
 
¿Mamá que historia más extraña estás contando hoy?.
Te explico hija, una muy buena amiga mía, estaba muy enamorada de un muchacho de ojos tristes, y hoy me llamó y me contó lo que transcribo…alguien difuso incapaz de amar, pero lleno de reproches y de espacios grises, un día le vio con otra chica, y mi Anica, silenciosa se marchó llorando, no le copio, no le reprochó nada, e incluso lanzó un beso al aire, con su mano de diosa, deseando que el mismo fuera todo, menos embajador, y continuó tan fría y dolida como al principio, no deseo nada malo, me comentaba, sólo esperaba entender la mezquindad ajena, ya que en ella no cabía...pasado el tiempo, sin desearlo ni pensarlo, vio como él observaba en primer plano, ya alejado de su esfera, cómo la cortejaban, y ansioso y desesperado miraba para otro lado como en antaño hizo ella, sin permitirle la escena un lugar para escapar, y con ella como gran maestra de ceremonias, cómo sólo su maestría y personalidad le otorgan, mi amiga Ana, es de esas personas que nacen Reinas, que son reinas y dueñas de su vida y tiempo...
 
¿Ana mamá?...
Si, hija.Si pongo el verdadero nombre, me matan...

Ni pude mirarte matizaba, pero me alejaba con la sonrisa que ahora llenaba la misma cara que un día tu torpeza  llenó de frías lágrimas...caminó pensando, que si esperas, si no pierdes la perspectiva, la misma Catedral observará la otra escena, si dejas de esperar amor en los mezquinos, al final hasta sonríes...Pero siempre has de llevar tus zapatos...los que él torpemente trató que abandonara.


¿Te moló eh?.

Me encantó, me contestó. Me encantó, no el cortejo, eso es lógico entre chicos y chicas, si no el que el ya no formara parte de la escena, porque ya no estaba en la esfera...Si eres tú mismo, si sabes lo que quieres, si no odias y no deseas nada deleznable, al final, relajado el Universo te otorga la sonrisa.

Pero¡¡¡¡Ojo!!!!, eso sólo ocurre cuando ambos aman o amaron más que a su propia existencia. Si no amastéis hasta romperos, no te recompones, porque no tienes de qué recomponerte, el amor es así, si sólo se encoña una de las partes, la ecuación no funciona, ni en el Amor ni en el Desamor,  es cómo la vida, que sólo la muerte democratiza e iguala a los que han vivido, pero aún amando tanto, nunca pierdas la perspectiva, para poder vivir y recoger el fruto de tu paciencia...

¿Entonces tu amiga hoy ha reído?.

Durante todo el día hija, durante todo el día...tanto como en antaño lloró, lo que me hace pensar que siempre, nos debemos esperar hasta el final, no bajarnos precipitadamente de ningún tren, no hacer llorar a nadie a quien amamos, por nuestros miedos o torpezas, porque despacio, muy despacio, si esa persona te importa, te dolerá tanto como a ella le dolió tu torpeza...

He dicho...

- Socarrona aguda, te lo dije....Contestó la abuela desde el lugar sin nombre, con la merecida sonrisa en su cara.

- Se que tu coherencia y sensatez, mi mejor lugar sigue sin abandonarme, concluyó la niña todavía sonriente...

Je je je...reían divertidas, sólo era la bonita vida....

Sigues riendo...sigo, no lo puedo evitar, me decía mi amgia a la vez que colgaba el teléfono todavía risueña....

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