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miércoles, 30 de junio de 2010

El caparazón que cubre los sentimientos.

¿Se nos cae el caparazón con el que cubrimos nuestros sentimientos por la acción de los demás o por nosotros mismos?.

No lo sé hija, no lo se, un día descubres que viviste en una burbuja, que tu mundo fue perfecto, pero no lo sabías. Y sabes que te tienes que quitar el caparazón, y crear tu propia burbuja. Sólo si caminas sin caparazón la encontrarás, es una verdad que te salpica a la cara, te rompe el corazón, el alma, los sentidos, pero te obliga a continuar.

¿Dolió cuando se rompió?.

No, al principio piensas que todo va a seguir igual, que el mundo va a continuar, pero descubres estupefacta que no existe, que ya sólo depende de ti. Mis abuelos no estaban y la burbuja no existía, sólo dependía de mí reconstruir mi propio mundo. Corría, gritaba, bailaba, salía, y no aparecía la burbuja no aparecía, era gritar continuamente a una NADA, que no existía.

¿Y qué hiciste mamá?.
No entender nada, absolutamente nada.

De pronto te adentras en Universos, buscas tu burbuja, pero ésta ya no existe, sólo depende de ti. Las ideas son equivocadas, todo gira rápido, y todo es distinto.

¿Y qué haces?.

Seguir bailando, la danza con la vida no se acaba nunca, nunca.



Conocí a alguien, que caminaba más perdido que yo, y le observé, era mi yo con otro camino. Con otra burbuja, tan distinta, buscaba una burbuja tan distinta, pero era la única que él había conocido, hice mal al no entenderle, al no comprenderle, sólo buscaba lo que había perdido, igual que yo, pero eran mundos tan distintos los que habíamos perdido, tan cercanos en apariencia, pero tan lejanos en la realidad.

Y qué hiciste...le mostré intransigente la luz que no veía, el corazón que tenía y no se dejaba tocar, como hice yo tantas veces, era fácil, yo había cometido sus mismos errores, el segundo de eternidad que perdía. Pero no supe ver que su burbuja era otra, tan distinta.

¿Y que pasó?.

Despacio encontró su camino, su interior mágico, sin incongruencias, sin más lastres que él mismo. Encontró su burbuja, por la que llevaba siglos de eternidad luchando.

¿Es feliz?.

Si, al menos lo está conociendo y establecerá la felicidad como su punto de referencia, cuando deje de sonreír sabrá en qué espejo tiene que mirarse para que la misma se reproduzca ante él, como merece.

¿Alcanzará la inmortalidad?.

Si. Sí, está en el camino.

¿Y tú?.

Tal vez, siempre mi camino es un tal vez.

¿Estás contenta?.

Yo voy entrando en mi mundo de cristal de nuevo, en el que me hicieron vivir, en el que añoro y al que quiero regresar para quedarme, tal y como era, tal y como jamás desee que dejara de ser.

Un beso hija, gracias por escucharme.

Me alegro de que esté bien, pero sabes que él no conoce el enigma, no lo ha descifrado, tú sin embargo recompusiste el puzzle sin problema. Yo era la última pieza del Puzzle, él la última certeza del enigma. Yo era la pieza del puzzle, él la del enigma. Juntos éramos la CERTEZA, a la que tan pocas veces llegamos en la vida. Tal vez, sólo una vez, tenemos ésta certeza…dicen en Los Puentes de Maddison.



Era fácil hija, demasiado fácil. El enigma era más complicado porque tienes que olvidar tus ojos y mirar con los del alma, retomar el punto de partida y descifrar el código que en él habita, el código que nos fue dado, y que él ha olvidado porque no conoce, no tuvo mi burbuja, no le dieron las piezas, y perdió el tiempo sin dar sentido a sus preguntas, sólo se esforzó en sus deseos, sin ver el origen de los mismos, el eterno punto de partida que le devolvería a la eternidad.

¿Te quedas?.

Si, esta vez si, me quedo hija, no puedo huir de lo evidente, no puedo seguir corriendo, ya no quedan montañas, ni llanuras, ni caminos que recorrer, sólo quedamos él y yo y el silencio de la noche, dejo de correr. Me quedo como fue al principio en ese lugar sin nombre. Hoy y siempre. Esta vez me quedo, sin miedo a perder. Me quedo.

Te quiero. Ya aprendí a decirlo sin miedo a perder, porque nada fue peor, que el miedo a perder, que sin nada me dejó.

Ya lo entiendo todo, por eso he vuelto.
Te quiero. Ya aprendí a decirlo sin miedo a perder.

Y yo. Tal vez, algún día sin mí también aprenda a decirlo.

Lo conseguirás.

Hasta mañana.

Esther Tenza Pérez.

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