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martes, 22 de junio de 2010

El abrazo.

Recuerdo que tenía cuatro, tal vez tres, o tal vez cinco años, caminaba por la antigua baldosa de nuestra Casa de la Verja, y me dí cuenta de que mi voz, mis pensamientos me acompañaban cada día, después supe que para siempre, los demás se iban, pero yo siempre me quedaba, diciéndome, escuchándome, llorándome y riéndome, fue un buen descubrimiento, recuerdo aquella baldosa, a dos aguas para recoger el agua de lluvia que terminaba en el aljibe de mi eterna Chacha Anica, y yo mirando mi interior, tal vez por primera vez.....

Aquella casa construida como nido de amor de mis Tatarabuelos antes de la terrible, para todos, guerra. Aquella casa coronada con la Verja que la nombraría eternamente, asistiría en silencio a la vida de mis tatarabuelos, y a la mía sin que nadie lo planeara, escuchando nuestros lloros y risas, nuestras alegrías y desencuentros, y sobre todo, escuchando los descubrimientos que nos llevarían a cruzar el umbral de la realidad tantas veces.....


A menudo imagino a mi tatarabuela María, organizando el caserón, en segundo plano, esperando a sus nietas, a mi tatarabuelo Juan, alto, fornido y sobretodo inteligente, con esa inteligencia que ahora llaman emocional, y para ellos era la Inteligencia del Amor, de la comprensión, era la vida....A veces pienso, ¿qué pensaran de mí?, una vida tan distinta, pero se que mi Tatarabuelo Juan, estaría orgulloso de mi fortaleza, al final, la suya, y mi Tatarabuela, sorprendida de mi falta de miedo, pero orgullosa, tanto como yo lo estoy de ellos, supongo que cometieron errores, como los cometo yo, pero fueron buenas personas, eso lo noto en mi alma, y desde la lejanía me quieren y me cobijan, en ese nido de amor que crearon para su jubilación, dándome como vecino a su propio Patrón....

           Pero esa magia que tanto me ha acompañado, tal vez, para seguir viva, a veces, me ha vuelto a sorprender, la vocecita que descubrí, sigue hablando y gritando desde mi corazón, cada instantes.

- ¿Y qué te dice Mamá?.

            Que hay esperanza, mucha esperanza, en mis equivocaciones y en mis aciertos. Un día cualquiera, dos mujeres muy cercanas a mí, en distintos días, me dieron sendos abrazos en aquella callada casa que tanto ruido albergó, y alberga a veces. Sus abrazos me derritieron el alma. Me puse por una parte a pensar en la importancia de un abrazo, cómo te rompe por dentro, te desarma, y te llena de un callado gozo. Después pensé en ambas, en sus vidas, en la dureza, en lo que jamás debían haber vivido, pensé en tantas cosas, pero los pensamientos se diluían al sentir el recuerdo de los abrazos que me ataron a sus almas.....

- Bonito mamá.

            Si hija, me pregunto si ambas mujeres, tan fuertes, más que yo, que han sacado adelante a sus hijos, que han luchado por la vida, la suya, si al abrazarme sabían que uníamos en un callado grito, en un silencioso gemido, donde los pensamientos desaparecen dejando paso a las emociones, si sabían que me salvaban la vida, que me seguían dado la fuerza para continuar gritando, por ellas, por mí, por todos. Me pregunto, si saben que con su abrazo, me decían, gracias, y que con mi abrazo yo les decía, gracias a ellas, las fuertes, las enteras. Las de verdad.

   Qué bonito mamá.

     Ya hija, y como marco, entera y en silencio, aquella casa, que cariñosamente llamamos de LA VERJA, y que se construyeron como nido de amor, de mis Tatarabuelos, ya jubilados.

 Un besito y hasta mañana.

Hasta mañana mamá.

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