UTengo un amigo sin nombre, me acompaña desde mi corta infancia, comenzó siendo Veva, de Carmen Kurt, siguió siendo la Historia interminable, los Tebeos de los sobrinos de Gilito. Eran las hormigas que narraba Ana María Matute que descubrió que en un folio cobran vida.
Mi amigo se llama, Isabel Allende y Saramago, a veces Delibes y otras Eduardo Punsset, a veces me estremece Nada, de Carmen Laforet, y otras como Agua para Chocolate de Laura Esquivel, son tantos y tan variados, como mi vida, como yo como mi formación...
Tus novios son los libros, (decía mi abuela explicando lo inexplicable).
Santa tampoco es eso. Contestaba yo pensativa.
Si, pero les dedicas más tiempo que a los chicos..
Decía mi abuela tratando de entenderme, en su corazón sabía que ella me había llevado en silencio a esconder libros para que mi madre pensara que yo estudiaba mientras leía, ella sabía que deseaba acabar un examen, para leer y leer.....Sabía como me gustaba la fiesta, el baile y la alegría, pero que a veces salía a hurtadillas o la usaba como escusa para continuar leyendo LOS PILARES DE LA TIERRA, y admirar a mi eterna Aliena..
No, lo eran Santa, siempre tuve la vida que me diseñaba, con mis miedos y mis alegrías, pero es cierto que nunca me abandonaron ni fallaron, siempre sacaron lo mejor de mí, y me llevaron a mundos sin fin. Fueron mis confesores, mis amigos y mi soporte cuando la muerte te obligó a abandonarme. Sólo tú que me conocías mejor que nadie, supiste que estudiar historia más que un trabajo me daría la vida, porque necesitaba leer y escribir, sacar la rabia y el amor que en mí vivía y no salía por ninguna parte. Sólo tú entendías que mi lamparilla jamás se apagara por las noches y las tardes fueran para mis novios....
Cuando todo me falle, o todo me agrade, habrá un libro que pueda abrir, alguien escribirá una palabra para mí, alguien que no me conoce, pero que me respeta.
Solo a vosotros, mis novios os dejo verme sin maquillar, os traslado mi melancolía y os llevo al fondo de mi alcoba, con vosotros comparto mi pesar y mi eterna alegría.
Por eso os digo, que siempre con esas hormigas que forman ideas, con esas letras sin fin podremos contar....que narraba Ana María Matute.
Qué bonito mamá....
Gracias hija mía.
Esther Tenza Pérez.
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