Después, oí escuché lejano el grito de aquel que no la vio, llegaron a mis oídos las historias de cómo la lloró y buscó, sin entender día tras día el motivo de encontrarse vivo. Escuché el clamor eterno buscando su magia, buscando encontrarla en cada esquina, en cada sonrisa, en cada acto de bondad. Pero ella relajada, se había marchado al lugar sin nombre que la convertiría en ETERNA
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