¿Me preguntáis por mi secreto?, ¿por mi sonrisa, por mis ojos iluminados?.
No es nada metafísico, ni viene del otro mundo, ni de los ángeles ni de los demonios, no es tan simple como lo fue el momento de mi nacimiento.
Te cuento, por una parte tiro de la genética, la que más conozco, la de la parte de mi madre, su padre y mi abuelo, era feliz por naturaleza, alegre….su padre y mi bisabuelo, no concebía la vida sin “un baile”. Mi abuela, Mi gran Santa, era divertida y alegre, usaba el sarcasmo más profundo para que riéramos, y revistió la vida de un humor tan perfecto, en que mi casa estar triste o de mal humor, era un delito imperdonable.
Por otra parte, está lo aprendido. Finalizando mis 10 años, conocí “el secreto”, y es que aquello que no quiero que me suceda no lo debo propiciar ni permitir, supe y así vivo hasta ahora que todo lo que me sucede es mi responsabilidad, y cuando algo no me gusta tengo el poder, si y digo bien, poder de cambiarlo. Yo no fui educada echando la culpa a nadie por lo que me sucedía, y los que me conocéis sabéis que protagonicé páginas durísimas, pero tras ellas, me levantaba sabiendo que existe el Paraiso, porque lo tenía en mi familia y amigos, sabía cual era mi norte desde aquella triste conversación, apresurada en aquel pasillo cuando la que me dio la vida, me la entregaba de nuevo.
Soy feliz y alegre porque se que; aquello que no quiero que me suceda no lo debo propiciar ni permitir….ese es mi secreto, el secreto de mi sonrisa; LA RESPONSABILIDAD.
¿Os he contestado?, conciencias inquietas…
De sobra…contestaron desde las sombras de la incertidumbre.
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