Llegas a un restaurante; carpeta, bolso, maquillaje, complementos, sofistificación...llegas de numerosas visitas comerciales...te organizas mentalmente y pides una mesa al camarero...pasan las tres y recuerdas que tienes hambre...y de pronto tras de ti, la voz de un señor que comparte mesa con otro, manifiesta "que también te puedes sentar en sus rodillas", desafortunado comentario donde los haya, en ese momento todos tus sentidos y toda tu genética se organizan para tomar una decisión rápida y contudente, te vuelves, clavas la pierna derecha en el suelo, como tantas veces viste que hiciera tu Santa (abuela), pero no la imitas, lo haces por herencia genética, le miras con dureza y contestas-. "Mejor en la mesa", añadiendo un fuerte, "Gracias", diciéndole lo imbécil que le consideras, a la vez que ya le ignoras y haces como que sólo el camarero te importa, en la fugacidad que te has permitido mirarle, vuestros ojos se han cruzado, es un señor mayor, que se relame sabedor de que el comentario te alteraría y en el fondo es lo que buscaba, ya que las facilonas en el fondo a nadie gustan. Te sientas, sabedora de que te observará mientras comes, y tu sin darle ninguna importancia, comerás, revisarás tus notas y pensarás...
Siglo XXI, pero fué igual en todos los siglos, en todos los momentos, es el poder de la atracción, es el poder de la reproducción, del sexo, del deseo. Por un instante supe lo que vió y pensó, supe a qué escenas se fue su mente mientras me miraba lascivo y feliz por la provocación y por mi respuesta, supe que la vida tiene estas escenas, estos tira y afloja, el mono que derivaba a la mona que había acudido al río, el patrón que envolvía a la niña que trabajaba en su finca, el señor mayor que conocedor de la respuesta, sigue tirando su caña. Es la vida, es el milagro de la vida, es el eterno cortejo, prolongado o fugaz, pero imborrable de nuestras entrañas.
Si os digo que no me enfadé mentiría, si hubiera tenido un vaso de agua en mis manos, se lo hubiera tirado por encima, me hizo sentir a priori una muñeca frágil, pero sólo cuando vi su cara, y tras mi desmán entendí riendo sólo por dentro que es el juego de la vida, el único al que no renunciamos con la evolución, el eterno tira y afloja que ha llevado a la humanidad hasta nuestro días. Recordé que forma parte de nuestra especie...y que se convertiría en una anecdota más, que la semana que viene ya no recordaré, pero en ese instante me sacó de la rutina, recórdandome nuestra esencia má primitiva ¿O no?.
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