
A veces nuestros
pensamientos no nos llevan al mejor lugar, perdemos la perspectiva, y sin
saberlo nos hacemos culpables de la "nada", pero nos hacemos
responsables de los instantes que no vivimos.
La Catedral te
miraba, como se reiría con nosotros, ¿cuántas escenas habrá presenciado?,
callada pero sonriente, ante los amores y desamores, ante las lealtades y
deslealtades...
Ella lo sabía, pero
no me avisó, no podía, enmudecía ante tu torpeza, yo lo supe, el puñal llegó
tan hondo, con tu reproche todavía en mis oídos, y la
falsedad en tu cara, aunque jamás saldría de mi boca, ni de mis ojos, jamás te
lo reprocharía, pero desde ese instante hasta bien entrada la madrugada las lágrimas
cubrieron mi cara, era un increíble e irreconocible manantial....Al día
siguiente supe, que ya no te lloraría más.

¿Mamá que historia
más extraña estás contando hoy?.
Te explico hija, una
muy buena amiga mía, estaba muy enamorada de un muchacho de ojos tristes, y hoy
me llamó y me contó lo que transcribo…alguien difuso incapaz de amar, pero
lleno de reproches y de espacios grises, un día le vio con otra chica, y mi
Anica, silenciosa se marchó llorando, no le copio, no le reprochó nada, e incluso lanzó un beso al aire, con su mano de diosa, deseando que el mismo fuera todo, menos embajador, y
continuó tan fría y dolida como al principio, no deseo nada malo, me comentaba,
sólo esperaba entender la mezquindad ajena, ya que en ella no cabía...pasado el
tiempo, sin desearlo ni pensarlo, vio como él observaba en primer plano, ya
alejado de su esfera, cómo la cortejaban, y ansioso y desesperado miraba para
otro lado como en antaño hizo ella, sin permitirle la escena un lugar para
escapar, y con ella como gran maestra de ceremonias, cómo sólo su maestría y
personalidad le otorgan, mi amiga Ana, es de esas personas que nacen Reinas,
que son reinas y dueñas de su vida y tiempo...
¿Ana mamá?...
Si, hija.Si pongo el verdadero nombre, me matan...
Ni pude mirarte matizaba, pero me alejaba con la sonrisa que ahora llenaba la misma cara que un día tu torpeza llenó de frías lágrimas...caminó pensando, que si esperas, si no pierdes la perspectiva, la misma Catedral observará la otra escena, si dejas de esperar amor en los mezquinos, al final hasta sonríes...Pero siempre has de llevar tus zapatos...los que él torpemente trató que abandonara.
Me encantó, me contestó. Me encantó, no el cortejo, eso es lógico entre chicos y chicas, si no el que el ya no formara parte de la escena, porque ya no estaba en la esfera...Si eres tú mismo, si sabes lo que quieres, si no odias y no deseas nada deleznable, al final, relajado el Universo te otorga la sonrisa.

¿Entonces tu amiga
hoy ha reído?.
Durante todo el día
hija, durante todo el día...tanto como en antaño lloró, lo que me hace pensar
que siempre, nos debemos esperar hasta el final, no bajarnos precipitadamente
de ningún tren, no hacer llorar a nadie a quien amamos, por nuestros miedos o
torpezas, porque despacio, muy despacio, si esa persona te importa, te dolerá
tanto como a ella le dolió tu torpeza...
He dicho...
- Socarrona aguda,
te lo dije....Contestó la abuela desde el lugar sin nombre, con la merecida
sonrisa en su cara.
- Se que tu
coherencia y sensatez, mi mejor lugar sigue sin abandonarme, concluyó la niña
todavía sonriente...
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